4 jun 2009

Miedos y estigmas

Vamos hoy con otra de mis historias, la que he escrito más recientemente, hace un mes mas o menos. Esta vez la inspiración llegó en un viaje en guagua (acabaré por pensar que las guaguas tienen algo especial) debido a la influencia mezclada de las dos lecturas que ocupan mi tiempo: It de Stephen King y el manga Battle Royale. Viendo las influencias podrían pensar que se trata de un relato sangriento y terrorífico, pero nada más lejos de la realidad, sino que se trata más bien de la forma de acercarse a la psicología de los personajes. En fin, espero que les guste.

Miedos y estigmas

Es un tío muy raro, se susurra en el corrillo formado a la sobra que ofrece desinteresadamente una palmera, siempre está solo y apenas se intenta relacionar con nadie. Sí, sí, nunca sale con el grupo, parece como si le gustara estar sólo. Quizás se cree mejor que el resto, se atrevió a comentar alguien con cierta dosis de mala idea superior a la del resto, ese tipo de personas que dejan caer comentarios que desatan guerras pero a los que las bombas no suelen acercarse... la duda es si esas personas disfrutan en silencio del caos o son ajenos a los que provocan. El caso es que en esta ocasión su comentario-bomba no trascendió, pues la siguiente persona en opinar no tiró del hilo, sino que prefirió dar un apunte de su propia experiencia: la verdad es que es algo extraño, en algunas ocasiones he hablado con él, y es bastante simpático, incluso llegué a pensar que, en cierto modo, habíamos conectado, pero al día siguiente nada, ni una mirada. Parecía como si hubiese olvidado lo que habíamos hablado, como si no se acordara de mí.

Pero él se acordaba. Él, objeto de los cuchicheos y elucubraciones, se acordaba perfectamente. Recordaba mirar a aquellos ojos en busca de compasión o comprensión, un mínimo indicio de que sentían lo que estaba sucediendo en aquel momento, algo que mostrara que quería ayudarlo. Sin embargo, lo único que había en aquellos ojos era fría y seca indiferencia. Eso había sucedido tiempo atrás. Primero él había buscado esa mirada, después esta le había perseguido, atormentado y, con el tiempo, modelado. Curioso cómo un par de óvalos de color blanco, con dos círculos concéntricos color verde y negro en cada uno, pueden marcar la vida de una persona.

Él temía. Por culpa de aquellos ojos temía. Su miedo no era que lo hirieran de nuevo, sería utópico pensar que puedes llegar a tu última cita, esa que se tiene con una dama de negros ropajes y dedos huesudos, sin que nadie te haga daño. Su miedo era que pudiera ser engullido por el monstruo que habita en el sótano de su alma, convirtiéndose en lo que tanto había odiado. Temía convertirse en una sombra de la mano que se había llevado aquellos ojos, o peor aún, que aquella mirada llena de indiferencia llegara a ser la suya algún día.

Porque él sabe. Sabe que en la vida no somos más que actores desempeñando distintos papeles, y estos papeles suelen tornarse. Un día somos el héroe que intenta salvar a la chica y al día siguiente el villano que ríe ante el sufrimiento ajeno. Él pretende evitar jugar ese papel que tanto detesta, pero es consciente de que hay grandes probabilidades de que falle. Muchos lo habrán intentado, pero probablemente desistieron por el temor al aislamiento (miedo, siempre es el miedo el que nos empuja a actuar de una u otra manera). Quién sabe si él está destinado a ser un ermitaño que será engullido por el olvido, o si acabará por jugar ese papel que pretende evitar.


P.D. Me voy a empezar a plantear seriamente por qué mis personajes son generalmente tan misántropos y solitarios

2 comentarios:

  1. Mmmm... este relato tuyo me ha dejado un tanto raro. No dices cuál es el papel que tiene miedo de interpretar, pero se intuye. Para mí esa parte de él que teme es la de hacer daño a los demás, me pregunto ¿será un asesino? A lo mejor eso no es lo que tu querías dar a entender en el final, pero a mí me pareció eso.

    En realidad eso es una de las cosas buenas del relato como género literario, que muchos de ellos no tienen un único significado, sino que cada lector lo ve de distintas maneras.

    En cuanto al estilo he de decirte que tienes que seguir currándotelo, pienso yo. He visto cosas que quedarían muy bien si lo escribieses de otra forma o cambiases la estructura. Lo que yo hago siempre para mejorar el estilo, y que te recomiendo, es que a patir de ahora cuando leas un libros te fijes no sólo en lo que se cuenta, sino también en cómo se cuenta; fíjate en cómo están colocadas las comas, los puntos y comas, las comillas, cómo están estructurados los diálogos...

    Te lo digo porque el planteamiento del texto no está nada mal, es un relato muy oscurantista que enfoca a los puntos más siniestros del pensamiento humano, pero claro, un texto que tiene un buen planteamiento, pero que posee un estilo que se podría mejorar, se queda a medio camino de lo que pudo ser.

    Pd: plantéate por qué tus personajes son tan solitarios y misántropos, algo tiene que haber en ese coco tuyo que te hace escribir sobre ese tipo de personas. xDDD

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  2. Ya casi creía que no ibas a leer esta historia xD la verdad es que, como digo al principio del post, lo que me inspiró para escribir esto fue realmente el estilo, sobretodo la forma de acceder al interior de los personajes. Por otro lado también tomé algo del maestro saramago, en cuanto a la estructuración de los diálogos y a la divagación... aunque esto último ya es casi una constante en lo que escribo, me gusta divagar y tocar detalles de temas que no están intrínsecos en la trama, pero sin ahondar mucho en ellos. Pero tienes toda la razón en que tengo que depurar y mejorar... bueno fuera que ya tuviera un estilo perfectamente desarrollado a esta edad.

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