11 mar 2012

Flotando

Sus ojos. Siempre fueron sus ojos. Esos ojos tan profundos que al mirarlos sentía como si me arrancaran del suelo y flotara a la deriva. Parecía que hubiese un universo ahí dentro y yo era el elegido para explorarlo y desentrañar todos sus misterios. Daría lo que fuese por poder volver a mirar a esos ojos. Claro que no tener nada que ofrecer y estar a millones de kilómetros de ellos lo convierten en un problema muy complicado.

Las grandes historias de amor tienen un comienzo memorable, pero la nuestra no es una de esas. Vivíamos cerca, de vez en cuando nos veíamos en el supermercado, nos cruzábamos por la calle, pero nada más. Ni siquiera me había percatado de la magia de sus ojos. El caso es que una noche coincidimos en un local estando de fiesta, nuestras versiones embriagadas se saludaron, entablaron conversación, siguieron bebiendo y acabaron follando. A la mañana siguiente nos topamos en la misma cama y resultó que había química al quitar el alcohol de la ecuación. Por aquel entonces yo aún estaba con mi preparación física para pasar las pruebas y Megan acababa de terminar su carrera y se estaba tomando un merecido año sabático. Se llamaba Megan, pero a mí me gustaba llamarla Nebulosa. Al principio se lo decía porque la veía envuelta en un halo de misterio. Y por esos ojos llegados del espacio. Con el tiempo descubrí que se parecía más a las nebulosas de lo que creía.

Probablemente penséis que estoy divagando, pero cuando estás solo a los mandos una nave en un lugar desconocido del espacio, no quedan muchas más opciones. Os aviso que esto no es para nada como lo pintan. Nada de misterios y descubrimientos importantes, es todo oscuridad y soledad... casi desearía tener a un octavo pasajero rondando por aquí. También está este frío insoportable. Aunque no descarto que el frío venga de mi alma, muriendo poco a poco.

Pasé muy buenos tiempos con Megan, aunque no teníamos muchos amigos, en parte por culpa de mi trabajo y en parte porque no todo el mundo comprendía a Megan. Existen dos tipos de nebulosas, unas que reflejan la luz a su alrededor y otras que la "absorben", viéndose como puntos negros en mitad del espacio. Mi Nebulosa tenía un poco de ambas. A ratos era toda luz, alegría entregada en cuerpo y alma al resto, como de repente se encerraba en sí misma y parecía una triste sombra de lo que podía llegar a ser. No sé de dónde salía eso, no quería hablar del tema, pero me gustaba. Pensaréis que estoy loco, pero me gustaba esa sensación de estar trabajando con material inflamable y tener que esforzarme para controlarla y que no descarrilara en cualquier momento. Supongo que se debe a esto de ser astronauta, pero me gustaba la sensación de estar a prueba cada día.

Suena el despertador y me expulsa de mis recuerdos. Los primeros acordes de Ziggy Stardust avisan de que ahora sería el momento en que tocaría comenzar con las labores de la jornada, pero ya nada de eso importa. Me tambaleo hacia él para apagarlo y me encuentro las manchas de sangre en la pared. Vaya, había vuelto a olvidar los cadáveres de mis compañeros. Los 6 compañeros a los que maté hará unas 7 horas. La verdad es que es una lástima que me hicieran las pruebas psicológicas antes de que todo se fuera a la mierda.

Fue sólo un par de días antes de que empezase la misión. Había estado muy liado con la preparación y apenas había visto a Megan en semanas. Al mirarla supe que no estaba bien, y ella no dudó en disparar a bocajarro. Me pidió que no fuese al espacio, que abandonase la misión y yo le dije que no podía hacer eso. Entonces explotó justo delante de mi cara.

"Sí que puedes, lo sabes perfectamente. Tienen a cientos de astronautas a su disposición, sólo tendrían que levantar el teléfono y pedirlo, como si fuese una puta pizza con doble de queso. Pero no, tienes que ir tú porque ese es tu esquema. Siempre dejas todo para después, nada es lo suficientemente importante para hacerlo en el momento, excepto ir al espacio, por supuesto. La única puta cosa que no va a cambiar porque la descuides un rato, pero tú tienes que ir en cuanto te llamen. Y ni se te ocurra llamarme Nebulosa. Siempre con eso de que me parezco a las nebulosas, con tus chorradas de la luz, la oscuridad y lo inestable que soy. ¿Acaso has hecho algo para cambiarlo? Encontraste la manera de arreglarlo in extremis y te has limitado a repetir el esquema cuando es necesario. Joder, has conseguido que hasta mis crisis sean una puta rutina y no has intentado cambiarlo. Estoy harta. Estoy harta del espacio, de las jodidas nebulosas, de ti, de nosotros, de como te has acomodado y de que no seas capaz de permitirte ningún impulso salvo para salir de este planeta y alejarte así de todos los problemas."

Lo soltó todo de golpe, casi sin respirar y dejándome a mí sin respiración. Al final seguí su consejo y me dejé llevar por un impulso, pero elegí un mal momento y lugar. Mi impulso le costó la vida a mis compañeros y la mía esta a punto de subir al marcador. No sé si en ese momento mi Nebulosa explotó para que naciese una estrella o si ya era una estrella muerta cuando la conocí. Tampoco sé lo que sucederá con la nebulosa que veo a lo lejos al saltar fuera de la nave. Podría reír. Podría llorar. Podría incluso gritar su nombre. Megan. Muy alto, para que se enterase todo el universo. Lo haría de no ser porque se me está agotando el oxígeno y estoy a punto de morir para pasarme la eternidad flotando en el espacio, como un día floté en sus ojos.

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