23 feb 2013

Argo, entre dos tierras.

Argo, la última película de Ben Affleck como director, apenas necesita presentación. Es sin duda una de las películas más importantes y laureadas del año 2012, y supone la consagración definitiva como director del que antaño fuese Daredevil o héroe en Armageddon o Pearl Harbour. Argo cuenta la historia de la misión realizada por la CIA en 1979 para rescatar a un grupo de diplomáticos en Irán, plan que pasa por simular el rodaje de una película de ciencia ficción.

Ben Affleck aprovecha esta premisa para, durante la primera mitad de la película, ofrecer un interesante reflejo de la parafernalia que conforma el cine y más concretamente Hollywood. Los productores interesados, los proyectos impuestos por los estudios, los directores mercenarios y demás fauna quedan perfectamente retratados, así como se pone en relieve que no hace falta más que una buena publicidad y hacer mucho ruido para que se considere interesante un proyecto. En el documental The Story of Film: an Odyssey, Mark Cousins define el cine como "una mentira para contar una verdad" y de hecho, en Argo se escenifica la gran mentira que es el cine llevada a su máximo exponente: una película que ni siquiera es una película, sino una tapadera. La idea del cine como arma.

La segunda parte de la película se centra en el rescate propiamente dicho, contando una parte de la historia que hasta ahora había estado clasificada. Muchos destacan de Argo su función de documento, de herramienta para descubrir una parte de la historia hasta ahora desconocida para la opinión pública. La propia película se encarga de dejar claro esta parte de su personalidad con los correspondientes letreros de "basado en una historia real" al final de la función o con ciertos pasajes rodados con un estilo que imita al documental.


Es por ello que no deja de ser irónico que para contar esa historia real, Argo se sirva de todas los artificios que pueblan el cine y que señala en su primera mitad. A medida que se desarrolla la trama Affleck utiliza recursos como la banda sonora para subrayar y engrandecer la tensión de lo mostrado en imágenes, intercalando personajes y situaciones que aportan poco más que un simple alivio humorístico a la trama central o añadidos de tensión que poco tienen que ver con una situación real. Los casos más llamativos están en los segmentos rodados con un estilo documental antes nombrados, que en su intención de dar un toque realista terminan por tener un aspecto impostado en comparación con el resto del metraje, o esas imágenes que acompañan los créditos finales, en las que se compara a los protagonistas reales de la historia con los actores que los interpretan en la película. ¿Qué propósito tienen estas fotografías salvo remarcarnos lo apegada que está la película a la historia sucedida en 1979?

Durante el último tramo de la película hay otro aspecto destacable. Al finalizar la misión, la CIA no puede reconocer públicamente su implicación en la misión, así que atribuyen todo el mérito a los agentes canadienses. Los protagonistas se lamentan de no disfrutar de la gloria pero se congratulan de haber hecho un buen trabajo y ser conscientes de ello. De esta manera la película busca reescribir la historia, devolver el equilibrio restaurando el honor de los verdaderos héroes. Una vez más, el cine utilizado como un arma.

Estos detalles no ensombrecen el interesante trabajo de Affleck y los diferentes aciertos que se encuentran en el metraje, pero sin embargo cabe plantearse, hasta que punto podemos tomarnos al pie de la letra el documento que nos presenta, cuando la propia película nos señala las mentiras que vertebran el cine.

1 comentario:

  1. Es una gran película, con ritmo, de estilo clásico como las de 'antes', también un poco previsible y superficial, Argo sin duda es una prueba el talento narrativo de Affleck. Ideal para pasar un buen rato de cine.

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